Nuestras vidas se cruzaron en 1983, cuando decidimos engancharnos de nuevo a los estudios y empezamos una nueva carrera “Biblioteconomía”, de ahí salió tú PROFESIÓN, con mayúscula, porque has sido una excelente profesional y has dejado una huella imborrable entre tus compañeros de trabajo; y nuestra amistad, que poco a poco se fue haciendo más grande y más estrecha hasta convertirse en complicidad, en proyectos en común, en sueños , el lucha por nuestros trabajos, en tantas y tantas cosas que me es imposible enumerarlas. En definitiva en una total y absoluta confianza que se transformó en un cariño infinito.
El 25 de abril te fuiste a descansar, a dejar de sufrir: Tu sufrimiento era por todos tus seres queridos, te dolía que sufriéramos por ti. Todos los días quería compartir contigo ese dolor, ese dolor que me llevaba en el alma porque el físico no podía, ese era solo tuyo.
Han sido muchos buenos momentos los que hemos vivido y cuando llegó el fatídico diagnóstico se abrió una nueva etapa en nuestras vidas, en la tuya empezó una lucha y en la mía estar a tu lado, para hablar, para llorar, para soñar, para ayudarte, sencillamente para estar contigo y los tuyos que también son míos. Han sido muchas horas a tu lado, que siempre me parecían pocas pues tu llenabas la vida de todos los que estábamos a tu alrededor. Me han servido para quererte aún más y para admirarte más por tu fuerza y por tu valentía, tú nos dabas ánimo y esperanza.
Tu generosidad, tu grandeza y tu dulzura están en nuestros corazones y ahí van a perdurar hasta el final de nuestros días y cuando llegue ese día y volvamos a estar juntas retomaremos nuestros sueños, nuestros planes ……. que por ahora solo se han aplazado pero no se han roto.
Solo puedo decir que mi mejor amiga no está a mi lado para decirme que hacer y como hacerlo pero en mi alma y en mi corazón estarás siempre,
Silvia